En las sociedades modernas se continua desvalorizando el rol de las madres o mejor dicho la maternidad, porque esta no es rentable. Al mismo tiempo que las mismas mujeres nos autodesvalorizamos por habernos deconectado de la naturaleza. La sociedad no valora ni a sus hijos-as de las madres, no valora a las próximas generaciones por lo que son-aportan, sino hasta que aprenden a encarnar sumisión al poder basado en clasismo, sexismo, racismo.
La maternidad también significa comunidad, por eso también se la desvaloriza y se incentiva el modelo de madre moderna independiente desapegada de sus criaturas y un estilo de vida individualista de familia nuclear. Hay un dicho que dice “Se requiere a toda una comunidad para criar a una wawa”, pero es obvio que hoy en día ocurre lo opuesto: una multitud de niños bajo el cuidado de unos pocos. Desde que nacemos nos moldean para convertirnos en mujeres individuos desprovistas de apoyo comunitario. No nos dan la posibilidad de recrearnos en mujeres criadoras, sanadoras, regeneradoras y sustentadoras de vida, la debemos crear nosotras mismas.
La falsa creencia de que la modernidad nos ha convertido en mujeres liberadas pagando a otras mujeres un salario mínimo para que cuiden a nuestros hijos o dejándoles en guarderías así nosotras podemos acceder a carreras mas cotizadas, no solo ha dejado carencias insustituibles a generaciones mas jóvenes, sino que ha acentuado la herida producida por la ilusión condenante. ¿Porque las mujeres tenemos que seguir abrazando ese aparente unico modelo?. Debemos crear nuevas y variadas alternativas de autosuficiencia y crianza comunitarias. Los niño-as cuando son parte de una comunidad tienen un interés en que esta funcione bien y toman completa responsabilidad por las acciones contribuyendo al grupo, esto esta en su ADN aun no dañado.
La sexualidad mal vivida, la deformación de nuestros instintos- intuición, de nuestra relación con nuestros cuerpos, con la tierra y los alimentos, con las relaciones interpersonales no reciprocas, como así también el parto médico y no ritual, la maternidad desapegada, la represión del aprendizaje natural de las criaturas y la conducción hacia una vida regulada y conducida por la economía, van construyendo pilares sólidos de violencia, hombres y mujeres deformados-destructores y suicidas y un planeta en vías de extinción.
Somos las madres y no los guerreros los que han de salvar al planeta de tanta destrucción y violencia. Esta cada vez mas difícil lograr revertir o sanar nuestra situación actual, pero lo que si podemos hacer es tomar el camino por la sanación emocional, espiritual de cada una y de cada compañero que ya surge listo para andarlo, no podremos ayudar ni mucho menos salvar a otras sin antes reconocer este poder en nosotras como madres – criadoras de vida, recuperando nuestra vida ritual, nuestra intuición, conexión con la naturaleza, la Pachamama (nuestros cuerpos) y la vida en comunidad.



